Montag, 23. Februar 2009
Certeza (de enero)
Y seguimos la vida como siempre, finjiendo que no nos pasa nada. Las peores mentiras son aquellas que te hacen mal. En verdad, esta mentira no me hace tan mal. Al menos no lo siento en mi día a día. No me clava espinas cuando te veo, no me tiembla la voz cuando te hablo, no te ponés a temblar cuando te toco. No hacemos bromas vanas ni convencemos a los locos de cantar aleluyas. Naturalmente, nos preguntamos por el tiempo y las cosas cotidianas. Naturalmente, nos interesamos en mantener un cierto tratamiento cordial, más aún, es cierto. Naturalmente nos convencemos de mirar para otro lado. Cuando se te suelta la chaveta, me hago el distraído y me quedan resonando los ecos de mis paredes cayéndose a pedazos. Cuando suelto algún vocablo, cargado de ironía, se te apretujan las ideas saliendo de tu mirada. Los acertijos del entretiempo esconden otros acertijos, que se esfuerzan en aparecer, pero quedan descartados. Las expensas de este mes se pagan solas, sin que las pensemos. En el resumen de la tarjeta de crédito. En el crédito a plazo indefinido que nos estamos consumiendo día a día. En el dolor amomentáneo e intransparente que pulula en las esquinas de mis pasos. En las rendijas, ese claro defecto de fabricación, ese punto vulnerable de toda nuestra fortaleza. En las ganas que me dejan, cuando miro hacia otro lado, un minuto de contemplación y las despedidas que siempre estoy esperando. Las medias palabras que no encuentran eco, las despedidas, que ya ni siquiera son efímeras porque nos falta el valor. Te vas, entre la gente del semáforo y el eco de las esquinas en donde vamos acumulando lo que se nos sale por las rendijas. Como son las cosas, con un poquito de ayuda de nuestra parte y los ojos con las vendas flojas, para ver un poco. Quizás fue en la mañana de ayer. O del otro día. O algún día de estos que anda viniendo, que va a venir.
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