Montag, 23. Februar 2009
Dirección (de enero todavía)
No hay hola mayor que el tsunami que me provoca tu presencia. Imaginarse toda esa ola viniendo, como una muralla de cientos de metros avanzando hacia mí, arrasando todo a su paso con su presencia imponente. Rugiendo como no pueden hacerlo mil leones juntos. Desplegando unas alas que sólo mil cóndores unidos querrían igualar. Emanando el perfume de mil azahares al rocío de una tibia noche de primavera. Destruyendo, como sólo la humanidad lo ha logrado en el último siglo. Matando, y matando bien muertos a los árboles de mi pobre patio. Las naranjas me miran desoladas y los limones me prometen no más noticias agrias. Y vos te cagás de risa, te reís como una loca poseída y me descuartizás los sueños con tus noticias de papel mojado. Sin embargo, tu actitud repelente no alcanza para quebrar mi voluntad; te miro de reojo y te dejo seguir, esquivando tu potencia con un movimiento tonto de cintura. (Tu golpe me tendió de espaldas en un campo de espinas y piedras, pero yo no acuso golpe alguno.) Te sigo la corriente y me convierto en tu aliado. (Finjo una mueca de dolor deshauciado en una sonrisa.) Nos recomponemos en un paseo por las avenidas del centro, cuando yo ya pensaba en otra cosa. Fingimos (fingís), que nos conocemos los pensamientos y los entendemos. Se te suelta la chaveta y por las rendijas de tus palabras me volvés a tirar redes. Me das, en un impulso, la efímera caricia de un beso (se te escapó por una rendija). Y nos vamos llendo lejos, alejándonos del centro en direcciones opuestas.
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